Obelisco - Cultura Alternativa del Fútbol - Deportivo Cali

jueves, enero 29, 2009

Sin ruido en el ambiente

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Hace tres décadas, tener un televisor era un lujo, la radio, por lo tanto, manejaba la información de los equipos. Los hinchas del fútbol se orientaban por lo que los periodistas de la época (los mismos de ahora) decían acerca de sus escuadras favoritas. Luego, en el estadio, corroboraban de alguna forma las premisas que tenían como seguras de los programas radiales del medio día. Nadie faltaba sin su radio transistor al oído.

A principios de los ochentas la opinión en la radio vallecaucana la manejaban la Guerrilla Deportiva y después los Cabecillas del Deporte. Vicente Gallego Blanco y Marino Millán eran los representates del Cali y, en teoría, lo defendían de la amenaza latente que eran en ese momento Mario Alfonso Escobar y Óscar Rentería.

La radio se hizo más fuerte porque las señales de televisión en vivo eran escasas. Los espacios estaban determinados a las televisoras por horas, por lo que, para transmitir un partido había que pedirle permiso a Punch, Audiovisuales y RTI. Si uno de ellos no cedía su espacio, no había fútbol. No era inusual la larga tanda de agradecimientos a las programadoras antes de cualquier encuentro televisado.

El surgimiento de la Delincuencia en los años 80 - equipo de medio pelo que nunca pudo ganar nada decentemente - puso a los periodistas fanáticos del rojo en el curubito. Ayudados por fuerzas oscuras, manejaron como quisieron la opinión vallecaucana, mientras los antiguos defensores del Cali se quedaban callados, asustados por lo que podía pasar si hablaban en contra del Juguete de Miguel. Marino Millán terminó siendo muy amigo de los señores de Drogas La Rebaja y Gallego Blanco se dedicó a hablar de toros, soportando toda clase de burlas por parte de MAO y sus secuaces.

Pronto la televisión empezó a producir programas deportivos. Tal véz el más recordado fue Teledeportes con Hernán Peláez y Carlos Antonio Vélez. En esa época Vélez era el sidekick de Peláez; hoy, ambos son tenores y Vélez tiene su propio sidekick ("Bocha" Jiménez). Aquel programa no era sólo futbolístico, hablaban de todos los deportes juiciosamente los lunes en la noche. Las imágenes las transmitían a través de un aparato curioso llamado el "Cuchuflí", que ya tiene su sitial dentro del Bestiario del Balón. Iván Mejía Álvarez entraría después al ámbito televisivo con su espacio noticioso en "Criptón (El Noticiero)".

En cuanto a la narración y comentarios de partidos por televisión, el personaje importante era Andrés Salcedo, quien manejaba todo el fútbol alemán a través de la cadena Transtel. El "Porotico" Hassler, Karl Heinz "Caperucita Roja" Rummenigge eran personajes reconocidos en todo el país por las buenas narraciones del periodista costeño. Un brillante registro de voz y unos comentarios oportunos y divertidos lo convirtieron en un ícono del periodismo deportivo nacional. Muchos años después volvería al país, y su impacto no sería el mismo de las transmisiones de la Bundesliga o del programa de variedades Telematch.

Mientras el fútbol evolucionaba, el comentario radial y televisivo hacía lo contrario. MAO se quedaba en burlas, toros y noticias sesgadas; Marino Millán perdió toda la energía de sus comentarios; Óscar Rentería no pasó de creer que todo se arregla cambiando de técnico o de un jugador en la nómina. Pocos se salvaron: el héroe de finales de los 80 y mediados de los noventa fue Jairo Aristizábal Ossa, narrador excelso, con un estilo propio, justo en sus comentarios y bárbaro a la hora de celebrar los goles verdiblancos ("No lo vayás a dejar voltear, no lo dejés voltear... !la metiooooooooooó!). También estuvo presente en los inicios de Telepacífico con el fútbol italiano, los domingos en la mañana.

Eso en el Valle, porque a nivel nacional, los televidentes tuvieron que sufrir a Édgar Perea narrando la Copa de Pablo. Un periodista que se tornó famoso por atribuirles la omnipresencia a los jugadores en el campo (Usuriaga se la pasa a .... Usuriaga, "Bendito" Fajardo la centra para ... el "Bendito" Fajardo). Situaciones como esta sólo ocurrieron en los Supercampeones y aquella Copa que se decidió con un moneda al aire entre Pablo y el Mexicano. Luego, con la clasificación al mundial de 1990, y con la expectativa más viva que nunca, llegaron William Vinasco Ch. y "Pandolfo" Pérez. El principio del fin en la narración deportiva.

Con la instauración de una falsa premisa, los narradores gritones e ignorantes se tomaron las ondas televisivas. Pasar de la radio a la televisión se volvió algo completamente normal, y Vinasco fue el punto más bajo. "Por encima del palo e mango", "Que no me esperen en la casa" y otras perlas estuvieron presentes por muchos años en las transmisiones de los encuentros de la tricolor. Algunos le tienen alguna consideración por su famosísima y muy oportuna frase de "...el que pierde un amigo pierde más, pero el que pierde la fe y la esperanza lo pierde todo" segundos antes de que Freddy Eusebio "Circular Roja Interpol" Rincón viera como Bodo Illgner abría el compás de sus piernas y, calculando milimétricamente, anotara por ahí (!), para el tanto del empate contra los alemanes. Posiblemente lo único bueno que dijo en toda su carrera. Su compañero, "Pandolfo", fue el creador de los Chamorros: "De cabeza nunca vamos a empatar... gol de cabeza"; "Atacando por el centro es muy difícil... pared por el centro y gol". No le atinaba a media.

Después de Salcedo, el único narrador decente en televisión fue Carlos Julio Guzmán. Sí, el mismo que le puso a Ruben Darío Hernández: el "Gomelo del Gol"; y a Álex Daza: el "Goleador de la Década". Un tipo que no salía mucho a hacer periodismo de campo, lo suyo era el set, pero desde ahí lo hacía muy bien. Su estilo era el que debía predominar en un televisor. Se limitaba a decir quién tenía el balón, qué jugadores entraban y cómo iba el partido de manera muy sucinta. Permitía que el ambiente del estadio se sientiera en las salas de estar, los cánticos de los hinchas se escuchaban a la perfección. El tropicalismo del "sí... sí... Colombia, sí... sí... Caribe" no hacía parte de sus transmisiones. Entendía que el televidente era inteligente, que sabía de fútbol y que no necesitaba sino los nombres de los jugadores y una que otra información IMPORTANTE del partido. Este tipo de estilos, se perdieron del panorama nacional, y Don Carlos Julio quedó relegado a ser el sidekick de Pandolfo en el estudio por muchos años

Con Maturana y sus mentiras, muchos periodistas lambericas ganaron en popularidad. Carlos Antonio Vélez se pegó al rollo del "toque-toque" y le dio a entender al mundo que él era el único que podía comprender y explicar la táctica en el fútbol; Javier Hernández Bonnet, aprovechó la crisis de resultados de la era Maturana y se volvió su periodista exclusivo sin entender un carajo de fútbol. Iván Mejía, por el contrario, subió en audiencia por sus comentarios incendiarios en contra de Maturana, Gómez y cualquier otro que no estuviera de acuerdo con su opinión. Hoy en día, es el tercer tenor.

Y después de Vinasco, que venga cualquier cosa. La chabacanería, incultura e idiotez se apoderaron de la narración de partidos. Casale, Maroco y demás engendros, terminaron por acabar con la tolerancia de la gente, con el infame periodismo de hinchas. Fenómeno que se genera por la acidez de los comentarios de los antiquísimos periodistas de la capital, que causaron un profundo malestar en los seguidores de sus equipos. Con el nivel por el suelo, surgieron periodistas con alguna formación pero sin neuronas: los Titos Puccettis, las Andreas Guerreros, que todavía no se entiende como carajos llegaron a ESPN.

La estrategia para sobrepasar todos estos atropellos televisivos era silenciar el televisor y prender la radio. Por lo menos, los de radio no eran tan brutos. Sin embargo, las señales en la actualidad llegan con un poco de retraso, y los goles los cantan uno o dos segundos antes de que ocurran en la pantalla. Tocó apagar el radio, ¿y ahora qué?

Lo triste del caso es que en otros paises futboleros como Argentina se ve un cambio generacional muy importante. Araujo, Macaya y Niembro están vigentes y acompañados de gente seria. Juan Pablo Varsky, Martín Líberman, Diego Latorre, entre otros le aportan un lenguaje diferente al fútbol. Colombia se conformará con el Circo del Fútbol, el Corrillo de MAO, Chiva Deportes, la Telepolémica y la Tevepolémica.

Más tristeza aún, cuando hay que aceptar que no se puede dejar de oir radio ni de ver televisión. Para el hincha es muy importante saber de su equipo, de la actualidad del fútbol. No le queda de otra que escuchar, indignarse y olvidarse rápido para que al otro día tenga fuerzas para aguantarse las mismas barrabasadas. Escuchar radio deportiva se podría catalogar casi como un vicio, y de los bien malos. A la generación mencionada le costará mucho trabajo pasar un día sin escuchar la radio o ver los partidos con el volumen apagado. Quién sabe si a las nuevas les cueste tanto.

Por el momento, sería interesante que fuera el mismo Deportivo Cali quien narrara todos sus partidos de fútbol. Sin entrar en la mediocridad del periodismo de hinchas, podría sacar una señal por Internet de todos sus partidos, buscar gente nueva, con un idioma que le hable a los verdiblancos, e incluya el realce de los valores azucareros, su historia y que le dé mucha candela a la Delincuencia, porque papaya es lo que dan y nadie la parte.

En fin, un recuerdo muy inexacto del sufrimiento por el que muchos han pasado para disfrutar de un partido de fútbol en radio o televisión.

Y de las revistas deportivas... mejor ni hablar.

Temas propuestos

1. ¿Cuál es el estilo de narración de partidos que más les gusta en radio y televisión?
2. Recuerdos de transmisiones del Deportivo Cali que dejaron huella.
3. ¿Cómo sería la trasmisión perfecta de un partido del Cali? Narrador, comentarista, estilo, etc.

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